domingo, 11 de diciembre de 2016

Descansa en paz, Rita

He buscado alguna foto suya, pero debió perderse en alguno de los portátiles que me he cargado y que los gatos me han ayudado a destrozar, y olvidé guardarla en la nube. Además nunca se estaba lo bastante quieta como para sacarle una foto.

Pero se parecía mucho a esta gata que he encontrado con google. Con la diferencia de que mi Rita sólo tenia un rabito corto de nacimiento.


Paso todos los días en casa como una hermitaña. Y justo el día que me voy fuera, a la sierra, intentando desconectar y pasar un buen día, cuando vuelvo a casa ya anochecido me encuentro a Rita en el umbral entre el vestíbulo y el salón. Inmóvil. Creía que estaba muerta. La toco y está fría, los ojos vidriosos. ¿Qué hago? Vuelvo a mirarla, la soplo en la boca, la aprieto el pecho y su lengua se mueve, no está muerta, respira un poco aún. Pero no se mueve.

Llamo al 010 porque no sé a quién llamar, me dan dos números de dos veterinarios de urgencias, la envuelvo en una manta, cojo el coche, voy a la veterinaria que ha contestado mi llamada.
Al llegar, la chica primero dice que está muerta, luego ve que le late el corazón. Bajamos a la zona de consultas, la pone en una mesa, la mete un tubo en la tráquea y enchufa otro tubo para meterla aire. Yo la veía muy torpe la verdad. Le ofrecí mi ayuda y aunque la declinó al final sí que la necesitó. No sabía encender el foco central y tuve que encenderlo yo. No sé cuánto tiempo estuvo insuflándole aire en los pulmones. La lengua pasó de azulada a rosada, el corazón le latía, pero no había ninguna reacción. Y no respiraba por sí misma... Me dijo que si salía de esa sería un milagro y no la ponia ninguna inyección ni hacía nada más que meterle aire, aire inútil en los pulmones...
Le dije que lo dejara. Si había estado sin oxígeno, su cerebro sería un vegetal...

Se quedó allí, fría e inmóvil sobre la manta que dejé, con la que le tapó la veterinaria. Olvidé despedirme. No podía dejar de llorar. Goterones cayendo de mis ojos, en silencio. A trompicones subí las escaleras... Sólo tenía cinco años...

Rita era la gata más lista y más saltarina de todos mis gatos. No se estaba quieta. Y la más cariñosa. Intentaba lamerme la boca mientras ronroneaba muy fuerte y amasaba sus manitas en mi cuerpo.
Nunca sabré lo que le ha pasado. La chica me dijo que había podido ser un fallo renal o una hemorragia interna, porque esta mañana a las 11 estaba bien. Pero me despertó lamiéndome la cara, arañándome el pecho, ronroneando muy fuerte, como si supiera que le pasaba algo. Y yo no le entendí, me arreglé, cogí el coche y me fui sin saber lo que iba a encontrar.

Cada vez que veo a Cluny me la recuerda. Mismo color, 3 kg más... Macho castrado.



Pero no es Rita. Hacía mucho que no se me moría un gato. Desde que vivía en el pueblo, hace más de 16 años. Y duele. Duele mucho. Como si muriera una parte de mi. Un miembro de mi familia.
Rita me daba alegría, aunque me clavara sus uñas y se subiera por los armarios más altos y me tirara cosas. Me pregunto por qué tengo tan mala suerte, por qué tal sucesión de desgraciados acontecimientos...

He pedido que la incineren de forma individual. Cuesta una pasta, pero he sentido que se lo debía.
Luego he visto que en Arganda del Rey hay un cementerio de mascotas. No sé, pero mis gatos son mejores que las personas. Mejores que mi familia. Mejores que mis amigos que los he ido perdiendo poco a poco.

Mis gatos no me dejan. Sólo cuando dejan de respirar, como Rita.

Descansa en paz en un prado lleno de ratones, Rita... Aunque sé que no existe. Y tampoco eso me consuela.

3 comentarios:

  1. Lo siento mucho Alicia, es muy triste lo que cuentas. A veces pasan cosas inexplicables, lo que añade más dolor a algo que ya lo es de por si. Esa veterinaria no sabía lo que se hacía, de un tiempo a esta parte lo vengo observando aún en veterinarios (como a la que yo llevo a mis gatos y no considero mala profesional) que en ciertas enfermedades gatunas no tienen idea de por dónde tirar, no sé si sabes que tengo un gato diabético al que he de pinchar dos veces al día. Debiera tener una vida normal, pero sus patitas no le responden bien y pienso que es porque sus dosis de insulina al principio no fueron las correctas (entre otras cosas) En fin, que lamento sinceramente lo que ha pasado con Rita, era muy jovencita, pero no tienes porqué sentirte culpable de nada, si tenía que ocurrir hubiera ocurrido igual, estando tú o no.
    Un beso

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    1. Muchas gracias por tus palabras. Creo que se cayó de un lugar alto y se dio un golpe en la cabeza. No encuentro otra explicación...

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  2. Hola Alicia,se el dolor que has estado pasando, que por la fecha que veo de la entrada deduzco que ocurrió en diciembre y que aún que allá pasado un mes todavía lo estas pasando mal y echando de menos a Rita, yo te entiendo muy bien pues mi gato se puso malo y murió en mayo de 2016 con 16 años y pase unos meses muy malos ya que era una parte muy importante de mi vida.
    Por lo que leo, veo que tienes más gatitos, seguro que ellos te hacen que el hueco que dejo Rita este más lleno gracias a su compañía.
    Yo recogí a otro gatito en septiembre que nació en la calle y es negrito como tu Rita y cariñoso también, lleno el vació que dejo Royi en casa y poco a poco me va llenando a mi, aún que mi corazón no olvida a Royi.
    Un beso y gracias por pasar por mi blog así se que otra persona más ama a los gatos.

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